He vuelto a Bruselas estos días, si, pero no he vuelto como me hubiera gustado volver. Han sido solamente tres días que saben a muy poco, pero que al menos me han permitido perderme por sus calles, recorrer sus rincones y entender qué sensaciones despierta la ciudad en mi vuelta, ahora que han pasado ya cuatro años desde que estuviera allí realizando mi Erasmus.
El viaje estaba diseñado para comer. Si, queríamos volver a probar algunas de las especialidades de la gastronomía belga y por ello fuimos. Aprovechando que el amigo con el que viajaba nunca había estado recorrimos de nuevo gran parte de la ciudad, y yo simplemente, me dejé llevar por los recuerdos.
Nos alojamos en un pequeño hotel de Botanique que habíamos reservado con Hostelworld, no muy lejos del centro. Como era de esperar, lo primero que hicimos fue cámara en mano salir a recorrer el centro. Nos dirigimos a la Grand Place, lo reconozco, tenía ganas de verla. Hacía mucho tiempo que la echaba en falta. Estaba preciosa, como siempre. Quizás ahora incluso más, totalmente adornada de Navidad. En el ayuntamiento se reflectaba el juego de luces y sonidos que hacen todas las navidades, y en el centro, un árbol y un nacimiento ambientaban la plaza.
La siguiente parada fue el Manneken Pis, otro de los ilustres. De camino no tardamos en cruzarnos con algunas de las paredes que forman la famosa ruta del cómic que un verano completamos. Y tras él rápidamente nos dirigimos a la zona de Sainte Catherine, donde se monta el clásico mercadillo navideño. Allí disfrutamos como enanos bajo las luces de la noria de las distintas casetas de madera en las que servían tartiflette así como el famoso vin chaud.
La noche acabó en dos de los locales típicos de la ciudad, el Delirium y Céltica. Todo marchaba sobre ruedas, entre risas y cervezas, hasta que nos dimos cuenta de que nos habíamos dejado la bandolera olvidada en Delirium. Al volver a buscarla, había desaparecido, y con ella, la cámara de fotos y toda la documentación. Allí se acabaron las fotos de este viaje, por lo que no me queda más remedio que tirar de archivo y algunas de baja resolución del teléfono para poder mostraros imágenes. Se que podréis perdonarme la mala calidad de algunas fotos.
Pero si tenía claro alguna cosa es que no quería llevarme un mal recuerdo de Bruselas así que al día siguiente y tras poner la denuncia correspondiente (soy casi ya un experto pues es la segunda vez que pierdo la documentación en Bruselas) continuamos visitando la ciudad. Caminamos hasta el barrio europeo, la zona donde vivía, y allí además de mi querida casa, la comisión y el consejo, deambulamos por el parque del cincuentenario y el museo del ejército. De nuevo ya en el centro, nos dejamos perder por Mont des Arts para acabar la noche en otra de las cervecerías típicas de la ciudad, La Morte Subite.
En el último día apuramos algunos de los sitios que nos faltaban por recorrer. Así fue como nos acercamos hasta los pies del Atomium a primera hora para más tarde cruzar la ciudad hasta Ixelles, y recorrer el campus universitario de la ULB, la universidad en la que estudié durante mi año Erasmus.
La siguiente parada era casi obligatoria en la zona, los estanques de Ixelles y Place Flagey, donde reconozco que me asusté bastante por no encontrar donde siempre la fritería. Por suerte, no la han cerrado, sino que la han pasado al otro lado de la plaza, y pudimos probar unas de las mejores frites de la ciudad.
Por la tarde, aún sacamos tiempo para dar un pequeño paseo por Les Marolles, el Sablón y el antiguo palacio de justicia, el cual recorrimos un poco por su interior, cosa que aún no había hecho hasta la fecha.
El día (y el viaje) acabó casi como empezó, volviendo a la Grand Place y al mercadillo de navidad de Sainte Catherine a picar algo para cenar para después despedirnos de la ciudad entre cervezas en el Delirium.
¡Hasta la próxima Bruselas! ¡Me debes una cámara de fotos!
PD. Y quien sabe, tal vez a la tercera pérdida del DNI me den una batidora o algo…
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Madre, casi te pasan tantas cosas raras en los viajes como a mi, jeje. Bueno, a mi el año pasado me llegó el DNI a casa desde Budapest, no sin antes haberme llamado de la empresa con la que habíamos reservado el hotel para preguntar la dirección de envió. Lo mejor, o peor según se mire, ni me había dado cuenta de su pérdida.
Cosas que pasan.
Me alegra que al menos hayas podido disfrutar de nuevo de la ciudad (tus relatos me fueron de gran ayuda para preparar mi viaje y sobre todo los de los murales de comics, que me encantaron).
Un saludo.
Soy un caso… Bueno, una aventurilla más, aunque esta desagradable… Pero bueno, pese a todo disfruté de la ciudad, tenía muchas ganas de volver!
Me alegro que disfrutaras del viaje a pesar de la pérdida sufrida. Espero no te vuelva a suceder si pasas de nuevo por Bruselas, porque una tercera vez sería demasiado. Pega la mochila a tu cuerpo para que no la olvides más 🙂
Un saludo
Si es que soy un desastre..jeje Aunque en mi favor diré que no es lo normal!! La próxima vez habrá que ir con más cuidado y no ser tan despistado!! Saludos
Yo también tengo que volver a Bruselas, se lo debo a mis peques!! 🙂
Una ciudad que nunca decepciona!! Yo espero no tardar en volver tanto como esta última vez!! Saludos