Desde niño siempre había querido pisar el césped de Anfield. La fama de aquel temido Liverpool de los ochenta, campeón de casi todo, cruzaba fronteras a nivel internacional, y éramos muchos los niños que soñábamos con jugar en tan mítico estadio. Bien, pues el sueño no se cumplió, nunca jugué en Anfield, pero si es cierto que disfruté visitándolo, y en mi viaje a Liverpool pude acercarme a conocer la tan histórica joya futbolística que representa Anfield, el estadio del Liverpool, una visita imprescindible en la ciudad para todo aquel que le guste algo el fútbol.

Uno ya siente el ambiente futbolero que se respira en Anfield antes incluso de entrar en él. Se puede ver en sus vallas, ya desgastadas con el paso de los partidos y que durante años han escuchado miles de veces aquello de «You’ll never walk alone» (Nunca caminarás solo), un cántico que es parte de los emblemas del club, o la estatua en honor de Bill Shankly, uno de los entrenadores más importantes que ha tenido el club a lo largo de la historia, y que ostenta el honor de ser el entrenador que más partidos ha dirigido en la historia del Liverpool, con un total de 783.

La visita a Anfield empieza por el museo del Liverpool. Bueno, en realidad una vez que uno saca los tickets para visitar Anfield le invitan a pasar al museo del Liverpool para matar el tiempo hasta que la visita empiece viendo algunas de las piezas que el museo acoge.

Además de las Copas de Europa ganadas por los reds, en el museo del club podemos encontrar muchísimas camisetas antiguas, tanto de jugadores del Liverpool como de rivales históricos, así como banderines y trofeos de todo tipo, entre los que brillan con luz propia tanto las Copas de Europa ganadas por el Liverpool como la copa de la UEFA que el Liverpool ganó al Alavés en la final (5-4), y que fue considerada por muchos como la mejor final de la historia del fútbol.

Tampoco hay que dejar pasar por alto la exposición en honor de Steven Gerrard, leyenda viva del Liverpool y uno de los jugadores más carismáticos de su historia.

La visita al estadio del Liverpool se hace en inglés, y comienza junto a la estatua de Bill Shankly. Tras contarnos quién era él y algunas anécdotas tanto suyas como de la historia del club, se entra al estadio, el cual se va recorriendo por sus interiores hasta llegar básicamente en dos zonas.

La primera, la grada lateral, donde nos hacen sentarnos y desde donde se obtienen  unas bonitas vistas del estadio, para seguidamente bajar hasta el terreno de juego, donde estamos un rato en una de sus bandas y en donde está la zona de los banquillos, aunque hasta estos no nos dejaron acercarnos.

Tras ello, abandonamos el estadio para volver al museo del club, donde acaba la visita guiada, visitando nuevamente la sala de trofeos del Liverpool.

La visita estuvo bien aunque me supo a poco, a pesar de que Anfield es uno de los templos futbolísticos a nivel mundial. Eché de menos el hecho de que no se bajara a los vestuarios durante la visita a Anfield, cosa muy normal en otras visitas a estadios de fútbol (como por ejemplo en mis otras visitas a Wembley, al Bernabeu o al estadio del Arsenal, del Benfica o del Sporting de Portugal por poner unos ejemplos). Lo mismo ocurre con los banquillos, donde normalmente te dejan sentarte y que aquí una valla cortaba el acceso, o la sala de prensa, visitada también por norma general en prácticamente todos los estadios visitados y que aquí tampoco visitamos.

Pese a todo, visitar Anfield es una gozada. Es uno de los estadios con más historia de toda Europa, y desde luego, para los que nos gusta el fútbol, es una visita totalmente imprescindible. Si queréis visitar Anfield, aquí podéis sacar las entradas para visitar el estadio. Todo amante del fútbol tiene este estadio como una de las cosas obligatorias que hacer en Liverpool.

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