Ya han pasado más de dos meses desde que aterrice por aquí y casi uno desde la última vez que comenté como transcurren los días por aquí, y la verdad que ha habido cambios, muchos cambios. Gente que se ha marchado, gente que ha llegado y gente que se marchará, pero es ley de vida y más cuando estás en una experiencia como ésta donde todo es momentáneo.

Los primeros en marcharse de la finca han sido los argentinos. Ahora viven en Cambridge, en otra de las casas que la familia tiene por Inglaterra. Lo malo de esto es que Zaira, la hija pequeña, y mi profesora improvisada se ha marchado también. En su lugar ha llegado una familia inglesa, con dos hijas adolescentes aunque el trato no es el mismo.

La próxima en marcharse es Chantal, mi flat mate alemana, quien se marchará la semana que viene. Ha sido la persona con la que más tiempo he compartido estas semanas, con varias horas de inglés, cervezas y alguna que otra escapada a Londres y Cambridge.

Cambridge me pareció una ciudad encantadora, pequeñita y con un gran ambiente. Por supuesto, multitud de estudiantes y gente joven. Me recordó a Gante o incluso a Lovaina, ciudades belgas universitarias por excelencia por el estilo de algunas de sus calles y edificios, además de por el número de bicicletas. Como me pilla bastante cerca volveré alguna que otra vez, porque me quedé con ganas de conocerla más a fondo.

Y Londres pues es Londres. Confieso que al principio no estaba seguro de que fuera una ciudad para mí y le había puesto la etiqueta de ciudad non grata, pero reconozco que Londres se me ha ido ganando por todo lo que tiene, sobre todo su ambiente y la gente.

Por cierto que hablando de Londres, el otro día tuve la desagradable experiencia de perder el tren y tener que pasar la noche pululando por la ciudad hasta que abrieran de nuevo las estaciones. Solo y sin mapa, eché a andar sin saber muy bien donde estaba pensando únicamente en no meterme en uno de los barrios chungos de la ciudad. No lo hice, a pesar de algún que otro encuentro con algún personaje cuanto menos peculiar. Al final y tras un buen rato dando vueltas encontré la luz del London Eye a lo lejos y fui hacia allí. Ya en la zona centro todo es más fácil, más seguro y mucho mejor.

Por cierto, que es una gozada visitar Londres a las 5 de la mañana. Todos los monumentos están sólo para ti. Así que como no tenía nada mejor que hacer y aprovechando esta ventaja y que no llovía (cosa importante) me lancé a hacer varias fotos sin turistas a algunos de los principales monumentos, ya que de día es más que complicado (por no decir imposible) fotografiarlos sin gente. Así que dentro de lo malo, la noche tampoco se dio tan mal como era de esperar.

Pero no todo son despedidas, y es que también hay buenas noticias. En un par de semanas Vero viene a la casa a pasar el verano conmigo. Sin duda la mejor noticia que podría tener, por lo que nos esperan multitud de viajes y escapadas que ya tenemos planeadas por hacer, y de las que daremos buena parte en las próximas semanas.

Por cierto, que mis jardines siguen su curso, creciendo a todo trapo. Menos mal que he encontrado un nuevo juguetito. Y es que me lo paso como un enano cortando el césped montado en la cortadora. Y es que soy el rey de la pista…que tiemble Fernando Alonso.

Creo recordar que en la anterior carta mencioné que mi vecino el galés me había invitado a irme de cervezas con él. Pues ya nos hemos ido un par de veces y hay una tercera invitación en el aire. A raíz de esto me he convertido en un nuevo aficionado a la Guinness.

-Puedes leer la siguiente carta desde Harlow pinchando aquí o si prefieres leer las cartas desde el principio pincha aquí.

-Sigue todas las novedades del blog y no te pierdas nada siguiéndonos por nuestros canales de Facebook, Twitter, Instagram y Youtube. Así nos ayudas a crecer. Gracias.