En nuestra ruta por los Balcanes, Maribor era nuestra última parada en tierras eslovenas antes de emprender el recorrido por la costa croata. Maribor es la segunda ciudad de Eslovenia en tamaño, y aunque mucho menos famosa que Ljubljana, la capital, este año ha sido nombrada capital cultural europea, sin duda un buen reclamo para acercarse a conocerla.

Salimos pronto de Ljubljana en tren, y en un par de horas ya estábamos allí. Tras buscar el hostel donde nos alojaríamos, a eso de las 11,30 ya estábamos recorriendo la ciudad. Maribor es una ciudad pequeña, que se ve perfectamente a pie en un día.

Comenzamos nuestro recorrido en la plaza Grajski, justo al lado de nuestro hostel. Es en esta plaza donde se encuentran algunos de los edificios más importantes de Maribor, como el castillo, en cuyo interior se encuentra el museo regional, y la columna de San Florián. La plaza es uno de los lugares de ocio de la ciudad, con multitud de terrazas, cafeterías y tiendas de las marcas más conocidas, y uno de los lugares más transitados de la misma.

Tomamos dirección hacia el río, hacia el barrio de Lent, conocido por su famoso festival multicultural y su ambiente nocturno. Era de día y no se veía mucho ambiente, solo terrazas de bares con cierto estilo a la orilla del río. Por la noche volveríamos a ver si la cosa cambiaba. Recorremos la ribera del Drava. Se ven varios puentes aunque uno llama la atención sobre el resto. Es el puente de Tito, en memoria al fallecido mariscal, jefe de estado de la antigua Yugoslavia.

Otros edificios llaman la atención a lo largo de la ribera. Sin duda el más famoso es la Torre del Agua, una antigua torre de defensa de la ciudad, hoy en día convertida en pinacoteca. Enfrente encontramos la torre de los judíos y justo al lado de ésta, la sinagoga, del siglo XIV.

Andando a lo largo del Drava es como descubrimos la Stara Trta, la vid más antigua del mundo,incluida en el Libro Guinness de los récords en 2004 y sin duda uno de los símbolos de Maribor. La casa sobre la que la vid se extiende es un pequeño museo dedicado al vino de la zona, la Old Vine House, en cuyo interior es posible también probar algunos de los vinos típicos.

Volviendo hacia el centro nuestra siguiente parada es la plaza Glavni, la plaza principal de la ciudad. En ella se encuentra el ayuntamiento y la columna votiva, recordatoria de la plaga de la peste que hubo en los alrededores tiempo atrás y construida para la protección de la ciudad por parte de la virgen y los santos contra ésta. Fue construida por el escultor Jozef Straub en 1743.

Un poco más adelante llegamos hasta la plaza Slomšek, una pequeña plaza ajardinada rodeada de imponentes edificios en todos sus costados. En esta plaza encontramos la sede de la universidad de Maribor, el edificio central de correos, el teatro nacional, construido en 1852 y también la catedral, edificio de la primera mitad del siglo XII.

A las puertas de la catedral encontramos la estatua en memoria de Anton Martin Slomšek, primer obispo de la ciudad. No es la única estatua que encontramos en la plaza. En los jardines otra estatua hace memoria a Rudolf Maister, general esloveno que luchó en la primera guerra mundial.

Finalmente y por un lateral, accedimos a la plaza Svobode, también conocida como plaza de la libertad. Llama la atención el monumento conmemorativo NOB, dedicado a las víctimas de la guerra mundial. Este monumento se ha ganado el apodo de Kojak, por recordar a la cabeza del famoso detective Theo Kojak, serie de gran éxito en la década de los setenta. En esta plaza además se encuentra la famosa bodega Vinag, la más antigua de Maribor y una de las de mayor tamaño de Europa. Por cinco euros pudimos disfrutar de una visita guiada por su interior y su posterior cata de vinos. Por cierto, la mayoría de ellos, blancos. Al otro lado de la plaza se levanta la iglesia franciscana, mucho más moderna, de finales del siglo XIX, y justo al lado de esta última de nuevo la plaza Grajski y nuestro hostel.

Ya con la ciudad más o menos recorrida, el resto del día lo dedicamos a deambular, callejeando y descubriendo otros lugares y rincones. Así es como llegamos al parque Mestni, principal zona verde de la ciudad y no muy alejado del centro. También tuvimos tiempo de acercarnos hasta el Stadios Ljudski vrt, campo de fútbol donde juega como local el NK Maribor, actualmente el mejor equipo de Eslovenia. A veces mezclo este turismo «futbolero» en los viajes, sobre todo si me sobra tiempo y no está demasiado lejos.

Al anochecer nos acercamos de nuevo a la zona de Lent. La verdad es que no estaba tan animada como imaginábamos. Los escenarios que habíamos visto durante el día estaban vacios y no se veía demasiada gente en las terrazas. Quizás no habíamos acertado con el día. Aun así nos sentamos en una de esas terrazas a tomarnos una cerveza, y aunque luego es verdad que se fue animando la cosa, nunca llegó al ambiente que nos habíamos imaginado por aquello de la capitalidad europea. Y así es como acabamos el día en Maribor y cómo decíamos adios a Eslovenia, tomando cervezas en la terraza de un bar viendo el agua del Drava pasar. Al día siguiente viajábamos a Zagreb y empezaba una nueva etapa del viaje, Croacia. Pero eso es otra historia.

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