Los Acantilados de Moher, o Cliffs of Moher en inglés, se encuentran en el Condado de Clare, en la parte suroeste de Islandia y son una de las maravillas naturales que no hay que perderse en una visita a la «Isla Esmeralda».
Enclavados en la región natural de El Burren, conocida por sus increíbles paisajes y sus castillos, y a mitad de camino entre la comercial ciudad de Galway y la encantadora e histórica ciudad de Ennis, los Acantilados de Moher constituyen la estructura rocosa natural más antigua de Irlanda. De hecho, los estudios apuntan a que estas estructuras que forman una pared que se eleva en algunos puntos hasta 214 metros sobre el océano Atlántico, se formaron en torno al 6000 a.C.
En el punto más alto de los Acantilados de Moher se construyó en 1835 la Torre de O’Brien, un mirador que ofrece unas vistas increíbles de las paredes de roca que forman los acantilados. Además, en los días más despejados, desde este mirador se pueden llevar a vislumbrar las Islas de Aran o la bahía de Galway.
En el centro de visitantes hay una exposición en la que se explica la formación geológica de los Acantilados de Moher así como la flora y fauna, sobre todo aves, del entorno y muchas curiosidades.
Es importante contar con algo de flexibilidad en tu viaje ya que lo ideal es visitar los Acantilados de Moher en un día soleado y no muy ventoso ya que de otro modo, no podrás disfrutar de las maravillosas vistas que ofrecen. Además, si hace mucho viento, los Acantilados de Moher son un lugar peligroso, sobre todo una vez que termina el sendero protegido con barandillas de piedra. De hecho, en los Acantilados de Moher han muerto varias personas, tanto en accidentes como de forma premeditada lanzándose al vacío en las zonas más desprotegidas.
El día que visitamos los Acantilados de Moher hacía muchísimo viento por lo que únicamente pudimos llegar hasta el mirador de la Torre de O’Brien, aunque realmente los senderos de los acantilados de Moher se extienden a los largo de casi 13 kilómetros por lo que, realizar una ruta por los Acantilados de Moher es un plan ideal, si la meteorología acompaña.
Como curiosidad, los Acantilados de Moher se utilizaron como escenario en la película La princesa prometida, conde aparecía como los «Acantilados de la Locura». Otra de las apariciones más famosas en el cine de esta joya natural tuvo lugar en la película de 2009 Harry Potter y el misterio del príncipe, en la parte de la película en la que Harry se transporta a este lugar con Dumbledore en busca de los Horrocruxes. Además, los Acantilados de Moher han sido nominados para formar parte de las 7 Nuevas Maravillas de la Naturaleza.
Para llegar a los Acantilados de Moher hay varias opciones. La más cómoda es hacer una excursión contratada desde Dublín (ésta en español) o desde alguna otra ciudad cercana como Cork o Galway. Desde esta última ciudad también hay autobuses que de línea que llevan hasta los acantilados. Si vas en coche puedes aprovechar para alojarte en localidades cercanas como Doolin, desde donde también salen barcos para contemplar los acantilados desde el mar, con otro punto de vista.
Hay un parking junto al centro de visitantes donde se paga la entrada de acceso a los acantilados y que tiene un precio de 6€ para adultos mayores de 16 años y 4,50€ para estudiantes y jubilados. Esta entrada incluye el acceso al centro de visitantes donde además de la exposición y el museo hay servicio de restaurante y bastantes tiendas de recuerdos. El acceso a la Torre de O’Brien se paga a parte y tiene un precio de 2€. Ambos tickets se pueden reservar fácilmente por Internet, donde también hay cruceros por los acantilados.
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Son una preciosidad! Todo el que vaya a Irlanda debería hacer una parada obligatoria en estos acantilados! merecen mucho la pena
Totalmente de acuerdo!