Se puede decir que ya he hecho uno de los planes más románticos que se pueden hacer en la vida: pasar en pareja San Valentín en París.
Serían cuatro los días en que pasearíamos por París, del 12 al 15, cuatro días maravillosos, aunque eso si, con mucho frío (llegamos a estar a cinco bajo cero…), donde intentaríamos ver todo lo posible de la ciudad aun a sabiendas que nos sería imposible. París es una ciudad que no se puede ver en cuatro días, así que nos propusimos simplemente disfrutar y llegar a ver hasta donde nos diera tiempo. Sabemos que volveremos, así que no había porque correr…. aunque nuestra agenda estaba que echaba humo ya desde primera hora….
Nuestro alojamiento estaba cerca de la estación de metro de Gambetta, al lado del cementerio de Pere Lachaisse, un poco lejos de los monumentos principales aunque con el metro y haciendo transbordo en République llegábamos en un momento. Por cierto, el metro de París hay que conocerlo, es historia pura.
Os dejo un pequeño itinerario de nuestro trayecto al centro de la ciudad, y así veis el lío de metros que es París… (En negro está marcado nuestro trayecto hasta el centro)
Bajamos en la parada de metro de Hôtel de Ville. Allí en el exterior nos esperaba el ayuntamiento de París, en la plaza del mismo nombre. El ayuntamiento es un bello edificio de grandes dimensiones que alberga las instituciones del gobierno municipal de París. A sus pies en la misma plaza, una pista de patinaje sobre hielo y unos puestos de chocolate caliente hacían las delicias de los viandantes.
Nuestro siguiente objetivo, era la catedral de Notre-Dame, situada en la Île de la Cité, en medio del rio Sena y muy cerca del ayuntamiento.
Notre-Dame es una de las catedrales francesas más antiguas de estilo gótico, y en su interior se han vivido sucesos históricos tan importantes como las coronaciones de Napoleón o de Enrique VI de Inglaterra, y sirvió de inspiración a Víctor Hugo para su novela, en donde nació el famoso jorobado Quasimodo. La entrada a la catedral en gratuita aunque para subir a la torre y conocer sus famosas gárgolas hay que pagar y se forman largas colas.
En la misma isla se encuentra la Santa Capilla, una de las obras cumbres del periodo gótico francés, aunque decidimos dejarla para el próximo viaje a París, puesto que íbamos muy justos de tiempo y la agenda del día era muy apretada.Otra vez será…
La siguiente parada eran los Jardines de Luxemburgo y el palacio que se encuentra en su interior. El palacio es de corte barroco y actualmente es la sala del senado francés.
Los jardines, permanecen abiertos al público de manera gratuita como una zona verde más de la ciudad, y son muy transitados, aglomerándose la gente (sobretodo con el buen tiempo) alrededor del estanque central.
Tras ver los jardines nos dirigimos al Panteón de París, en plano barrio latino, y uno de los primeros monumentos neoclásicos de Francia. Inicialmente, estaba previsto que fuera una iglesia dedicada a Santa Genoveva, patrona de la ciudad, pero actualmente guarda en su interior los restos mortales de las grandes personalidades de la historia francesa.
Una vez que pagas la entrada para entrar al panteón (gratuito para los menores de 25 años, como casi todo en París) puedes bajar a la cripta donde se encuentran los féretros de los ilustrados Voltaire o Rousseau, el escritor Víctor Hugo o la científica Marie Curie, madre de la radiactividad, entre muchos otros.
Tras ver el Panteón, por la tarde esperaba uno de los platos fuertes del viaje, el Museo del Louvre. Así que tras sacarnos las típicas fotografías con las pirámides del exterior, nos dirigimos al interior del museo. La entrada es gratuita para los menores de 25. En mi caso, tuve que pagar 9,50. La visita fue de lo más entretenida. En sus distintas salas se encontraban casi todos los cuadros y esculturas que había tenido que estudiar en el bachillerato.
A la salida del museo era ya de noche y estábamos bastante cansados. Para ser el primer día había dado mucho de sí, aunque nada comparado con lo que vendría en los días siguientes.
El museo es enorme y haría falta más de un día para poder verlo bien, así que tuvimos que descartar algunas salas para poder llegar a ver todas las principales obras estrella del museo.
La Venus de Milo y la Victoria de Samotracia son algunas de las esculturas más famosas del museo. En cuanto a cuadros, La libertad guiando al pueblo de Delacroix, El juramento de los Horacios de David y El patizanbo de Rivera son algunos de los cuadros que no te puedes perder, además de la joya de la corona, claro está, La Gioconda de Da Vinci, por quien ya solo el verla vale la pena la visita al museo.
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Qué plan más romántico. Tengo ganas de que comentes el resto de los itinerarios.
Un saludo
¡Anda! No sabía que te habías ido a París. Fue mi primera salida al extranjero, con 11 añitos… En aquel entonces mi máxima ilusión era ir a Disney. La verdad es que es un sitio que tengo que redescubrir, a ver si tus relatos me van animando…
Un saludo 😉
Hola!! Si fui a París por San Valentín!! Tuve la oportunidad y no me lo pensé demasiado…. A mi lo que me faltó en Disneyland por ver…pero bueno, para la próxima ocasión que seguro que la hay…