Blankenbergen es una pequeña localidad de Flandes situada en plena costa belga. Como casi todos los sitios, también tiene a su personaje famoso. En este caso el honor cae sobre Adolf Flick, inventor de las lentes de contacto.
Desembarcamos allí procedentes de De Haan, con el famoso tranvía que recorre todos los pueblecitos de la costa belga, y del que un día prometo hablar. El sitio nos llamaba la atención porque días atrás lo habíamos visto en la película «Odette Toutlemonde», la cual trata de una mujer soñadora que vive en Charleroi que se enamora de un escritor al que va a ver a Bruselas, y en la que acaban veraneando en Blankenbergen. La verdad que en la película el sitio parecía muy idílico, pero por desgracia cuando llegamos al paseo marítimo no se parecia en nada a lo que habíamos visto.
Enseguida la ciudad nos transmitió la sensación de la típica postal veraniega de Benidorm; Todo estaba lleno de puestecitos, heladerías, chiringuitos de ropa, collares, toallas, flotadores, pareos, y toda la gama de instrumentos veraniegos, y en los restaurantes y terracitas, había «sangría española» a precios de locura (llegamos a ver la sangría entre 17 y 21 euros según el local)
Lo más característico y lo que más nos llamó la atención es una plataforma que se adentra en el mar y en la que hay un restaurante. Nos acercamos allí y las vistas son bastantes bonitas. Bueno, bonitas si acompaña un día de sol y de buen tiempo, no como nos acurrió a nosotros, que nos encontramos con una playa semidesierta, y con un mar muy sucio y revuelto, con mucho viento y algo de frío.
Tampoco entendemos porque los puestos de hamacas colapsan de tal manera las playas. Más de la mitad de la playa está ocupada por los puestos de hamacas. La imagen es horrorosa.
El paseo marítimo está lleno de altos edificios de apartamentos, algo bastante chocante pues no es lo normal en Bélgica. Edificios altos en el paseo sí, pero no tan urbanizado y edificado como se veía aquello. Nos llamó la atención un edificio en el que trepan bebes de bronce por la pared. Nos recordó a una escena de la película «Trainspotting.»
En definitiva, no nos pareció para nada un buen sitio vacacional. Frío, poco sol o más bien ninguno, muy poca naturaleza y mucho edificio, así que decidimos cogernos de nuevo el tranvía de la costa belga y nos marchamos a otro sitio del que nos habían hablado: Knokke, un sitio de alto nivel vacacional . Pero eso será ya en otro post.
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¡Vaya! Parece que los belgas no son tab animados cómo nosotros si se trata de atraer un poco al turismo…
Me gusta tu blog, tú también eres de zaragoza!
muac!
bel cobain
Los belgas en cuanto a turismo no se….pero la verdad que si que son gente bastante animada….. Personalmente pienso que quien me dijo que Bélgica era un país aburrido no tenía ni idea de lo que hablaba….
Y sí, soy mañico…. Un saludo