Sin duda alguna, una de las playas más bonitas y auténticas que he visto en toda mi vida es la playa de Barinatxe, en Sopelana, un pequeño municipio de la comarca de Uribe, en el País Vasco. Sus verdes pero rocosos acantilados, la oscuridad de su arena, su fuerte oleaje y la fuerza del viento crean un entorno tal, que hace la playa sea conocida en la zona bajo el sobrenombre de «la salvaje».

Con semejante escenario paisajístico de telón de fondo, no es de extrañar que la playa de Barinatxe sea el lugar elegido para la realización de deportes de aventura, como el parapente o el surf, dos de las especialidades de la salvaje. Como buenos amantes del turismo activo, no pudimos resistirnos a la sensación de probarlas ambas. Ya nos habían avisado desde Troka Aventura y Visit Uribe que la cosa prometía, y la verdad, es que no defraudó.

Fue a pie de playa donde conocimos a Fran, uno de esos tios que llevan las olas en la sangre. Allí tiene montada su escuela de surf, y desde luego no se me ocurre ni lugar ni profesor más idóneo. Tras ponernos unos trajes de neopreno con el que poder superar la temperatura del agua, Fran nos enseñó la primera regla básica de todo surfero que se precie. «Tu tabla, tu novia». Con esta sencilla frase ya nos dejó claro lo que lo que íbamos a montar no era una simple tabla. Y que como en toda buena relación, para que la cosa funcione, hay que saber entenderse. La tabla, el mar y tú, un ménage à trois, que bien hecho, nos abriría las puertas del cielo surfeando sobre el agua.

Por eso, antes de entrar en el agua, Fran nos dio unos pequeños consejos para aprender a coger las olas y levantarnos sobre la tabla. Primero divisar la ola que se quiere coger, y remar, remar mucho para montarse sobre ella. Finalmente, con un rápido movimiento levantarse sobre la tabla y a surfear. Eso si, no es fácil conseguirlo de primeras. Pero tampoco imposible.

Con la lección aprendida, es todo cuestión de tiempo. Y sobre todo, de repeticiones, por lo que si no estás acostumbrado a los esfuerzos, puedes notar agujetas al día siguiente. Eso si, con una sola vez que logres levantarte, habrá valido la pena, pues la sensación es indescriptible.

Fotografía: Gonzalo Iza

Si Barinatxe es bonita desde el agua, desde el aire es preciosa. Y más si lo ves a vista de pájaro a bordo de un parapente. Una sensación única en la que me estrenaba (había hecho paratrike en La Rioja, parecido, pero con motor). Lo que más me preocupaba era si mi cabeza sería capaz de hacerme caso a la hora de echarme a correr hacia el acantilado, y a la hora de la verdad, fue así. A los pocos pasos de echarnos a correr, empezamos a elevarnos del suelo, y las vistas de la Salvaje que se abrían paso a nuestros pies hicieron el resto. Espectacular. Una sensación de libertad total, y tranquilidad, mucha tranquilidad, a pesar de estar volando sobre un paisaje totalmente salvaje, que te atrapaba por momentos.

Tal es la sensación de aventura que tienes, que el cuerpo no tarda en pedirte más, y llegado el caso, los pilotos profesionales de Parapente Sopelana y Parapente Bizkaia (las dos empresas de la zona con las que volamos) son capaces de dártelas, mediante una serie de giros y piruetas que te harán descargar toda la adrenalina que tengas, poniéndote prácticamente vertical contra el suelo. Una sensación indescriptible y muy, muy divertida.

Puedes venir a la playa de Barinatxe a tomar un baño o a hacer nudismo (si, hay una zona dedicada a ello también), pero si realmente lo que quieres sentirte realmente vivo, no dejes pasar la oportunidad de hacer alguna de estas actividades de turismo activo. No solo pasarás un rato divertido disfrutando del turismo activo (uno de los referentes de la comarca de Uribe), sino que posiblemente probarás una experiencia de la que no es fácil desengancharse. Ya lo verás.

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