A una hora aproximadamente de grandes ciudades francesas como Lyon, y muy bien comunicada con Suiza e Italia, se encuentra Chambéry, una coqueta ciudad francesa de la región francesa de Rhône-Alpes, que a lo largo de la historia ha tenido gran importancia.
Tanta, que el Ministerio de Cultura francés la designó como “ciudad de Arte e Historia” y la verdad es que, razón no le falta, pues a lo largo de la historia el devenir de esta ciudad ha estado fuertemente ligado a la casa nobiliaria de los Saboya, una de las familias más importantes de Europa desde el siglo XI y que estableció la capital de su ducado en Chambéry durante más de tres siglos.
Con semejante carta de presentación a sus espaldas, no es de extrañar que uno de los monumentos más destacados de la ciudad sea el Castillo de los Duques de Saboya que existía ya desde el siglo XI como buen enclave defensivo, pero que fue acondicionado a partir del siglo XIII cuando los duques establecieron en este lugar la capital de su ducado.
Además la capilla de este complejo albergó la Sábana Santa, entre 1502 y 1578, antes de que la familia trasladara la capitalidad por razones defensivas a la ciudad italiana de Turín, donde desde entonces y hasta nuestros días se conserva el Santo Sudario. Las vidrieras de la capilla del castillo nos recuerdan el paso de esta reliquia por la ciudad. Su campanario cuenta también con uno de los carillones más importantes de Europa.
Hoy en día el recinto y sus estancias forman parte de la sede de la Prefectura del departamento de Saboya, pero aún pueden visitarse algunas zonas del recinto ( antes de acceso libre pero actualmente y de manera temporal solo acompañados de una guía de la ciudad debido a la operación de seguridad vigie-pirate, establecida tras los horribles atentados de París).
La importancia política de Chambéry como capital de los Saboya pronto se tradujo también en una importante pujanza económica, ya que las grandes familias no tardaron en mandar edificar sus palacios en los alrededores de la residencia ducal, por lo que hoy cuenta con más de una treintena de “hoteles particulares” o palacetes que fueron levantados entre los siglos XV y XVIII.
Una curiosidad del casco antiguo de esta ciudad es que la mayor parte del mismo se levanta sobre pilotes ya que varios ríos y una capa freática cubren la mayor parte del subsuelo de la ciudad, por lo que una características de las viviendas es que no cuentan con las típicas bodegas subterráneas y serán los bajos de los edificios los que realicen esta función y se repartan el espacio existente con los abundantes comercios. Prueba de ello son las galerías de arcos que recorren sus calles como las que se observan en la rue Croix d’or o en la Juiverie, antigua rue du Bourg-neuf, donde los judíos fueron expulsados. Paseando por estas calles podemos sentir de lleno el gran peso que la historia tiene en esta ciudad.
Además de callejear por un casco antiguo repleto de callecitas medievales, algo obligado en Chambéry es recorrer los numerosos patios interiores de los palacetes, muchos de ellos comunicados entre sí y que configuran toda una serie de calles alternativas que sus habitantes toman todos los días. Para conocer más sobre la arquitectura y la historia de Chambéry es imprescindible visitar el Hôtel de Cordon, donde se ubica el CIAP (Centro de Interpretación de Arquitectura y Patrimonio).
Uno de los monumentos más importantes de la ciudad es la Fuente de los Elefantes, erigida en honor al General de Boigne, un mercenario que hizo fortuna en la guerra pero que a su muerte donó parte de ella a Chambéry, su ciudad natal, que con ese dinero, entre otras reformas erigió esta fuente en su honor. Los elefantes recuerdan a la India, país en el que el general obtuvo gran parte de su fortuna. Esta plaza, junto a la plaza Saint-Léger, construida en estilo italiano, es uno de los puntos de encuentro para los habitantes de la ciudad.
Tampoco hay que olvidarse de la catedral, dedicada a San Francisco de Sales, un santo muy venerado en la zona, y que cuenta con la mayor superficie de pintura en trampantojo de Europa. De hecho, este estilo pictórico que simula la existencia de relieves aunque en realidad se trata simplemente de pintura está muy presente en distintos monumentos de la ciudad.
Desde luego, Chambéry es una caja de sorpresas. Pasear por sus calles es conocer un pedazo de historia, pero es que también, puedes visitar sus museos, conocer de primera mano la casa de campo donde Rousseau vivió con Madame de Warrens, a unos 2 km del centro, o disfrutar de un importante centro cultural como es la Galería Eureka, un espacio contemporáneo que aprovecha lo que fue un antiguo cuartel de época napoleónica.
Los amantes de la naturaleza tienen también gran variedad de escapadas posibles como los lagos Bourget o Aigueblette, el Parque Nacional de la Vanoise o el de Chartreuse y, por supuesto, algunas de las pistas de esquí más famosas de Francia. Y si lo tuyo son las pequeñas ciudades con encanto, Annecy, a tan solo media hora, no te defraudará.
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Ohh que bonitooooo!!!! Esa zona la tengo «reservada» en principio para la semana santa del año que viene (si es que se puede claro. Tomo buenísima nota!
Un saludo
La zona es realmente bonita, y tiene un montón de lugares con historia y llenos de encanto. ¡Viajazo!
Preciosa ciudad! Vosotros hicistéis la ruta en coche?? Es que esa zona de Francia la tengo ganas pero no sé si hacerla desde Madrid en coche… o alquilar allí!
La hicimos en tren!! Pero solo por no darme la paliza de conducir desde Madrid lo alquilaría allí!!
Es un sitio precioso! Me ha encantado la fuente de los elefantes!!
La ciudad es preciosa, y la fuente muy llamativa! Es un de los iconos principales de la ciudad!