En la zona del Pou del Mas, en el interior de la provincia de Castellón y a escasos 20 kilómetros de la costa se encuentra la localidad de La Jana, un pequeño municipio de poco más de 700 habitantes que cuenta con un gran tesoro natural, campos con olivos de avanzada edad, olivos milenarios, que se han convertido en uno de los museos naturales al aire libre más curiosos de España.

Cierto es que La Jana no es el único lugar de España donde puedes encontrar estos olivos milenarios, pero sí es cierto que no hay un lugar en el país donde haya tantos por kilómetro cuadrado. Aquí encontramos 966 olivos en un espacio de algo menos de 20 kilómetros, lo que da un total de 51 olivos por kilómetro cuadrado, una cifra nada despreciable, pues recuerdo que hablamos de olivos milenarios.

Para que un olivo sea considerado como milenario, su tronco ha de tener al menos 3 metros y medio de diámetro a una altura de 1,30 metros respecto al suelo. Por cada metro de perímetro del tronco, se le presuponen unos 200 años de vida al olivo aproximadamente.

Dentro de este museo que forman los olivos, se han señalizado los nueve olivares más interesantes con el fin de conocer un poco más su historia y sus características. Uno de los que más destaca es la Farga del Pou del Mas, ya que cuenta con el olivo de mayores dimensiones, con casi 8 metros de perímetro de tronco.

Otro de los más llamativos es el conocido como olivo de la comadreja, debido a que entre los huecos de la parte inferior de su tronco puede verse el esqueleto de este animal, quien eligió este árbol para morir.

En cuanto a la cantidad, éstos olivos no destacan por ser grandes reproductores de aceituna, ya que cuanto más años va cumpliendo un olivo, menos es la producción de fruto que da. Pese a ello, el aceite de estos árboles es de gran calidad, y eso unido a su pequeña producción, hace que su aceite sea algo muy cotizado y exclusivo, llegando a pagarse grandes cantidades por él en el mercado, sobre todo en países extranjeros como EEUU, Canadá o Japón.

De hecho tal es la calidad de su aceite que, hasta el propio Emilio Botín (gran amante de estos árboles) llegó a comprar años atrás varios de estos ejemplares para trasladarlos a una de sus fincas.

Así que si estás por la zona, déjate caer por este museo natural al aire libre, que además de ser muy curioso, es de acceso libre. Y si comes por la zona, pregunta por el aceite. Con suerte podrás degustar un aceite de miles de años.

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