El tercer día de aventura por Cantabria Infinita se presentaba completo y de lo más variado. A primera hora de la mañana partíamos hacia la cueva de el Soplao, en la sierra de Arnero, una antigua mina de la que se ha extraído algo más que mineral, ya que el Soplao es sin duda una de las cuevas más importantes y hermosas de Europa.
Su gran tamaño (17 kilómetros de los que 6 están abiertos al público) y la cantidad y calidad de sus formaciones geológicas de más de 200 millones de años, hacen de esta cueva algo único a nivel mundial. El número de visitas está limitado para su buena conservación y además, se organizan excursiones de aventura por el interior de la cueva. La cueva lleva abierta al público desde 2005 y destaca también en ella la cantidad de ámbar encontrado en su interior.
Tras la impresionante visita a la cueva de el Soplao, fuimos a visitar una de las localidades más bonitas de Cantabria: San Vicente de la Barquera.
Tras el boom Bustamante que puso el nombre de San Vicente en boca de todos, el pueblo sigue viviendo de sus actividades. Pesca y turismo son sus principales nutrientes.
Casualmente, la semana anterior a nuestra llegada, se celebró la tradicional fiesta de La Folia, una romería con la Virgen de la Barquera por alta mar. La fiesta se celebra el segundo domingo siguiente a la Semana Santa, y es una fiesta considerada de interés turístico nacional, que cada año cuenta con más adeptos. Tras conocer el pueblo, hicimos un alto para comer en el mismo San Vicente. El lugar escogido para tal ocasión fue el restaurante Boga-Boga, en el cual comimos a base de frutos del mar: boquerones, nécoras, parrillada de pescados varios… un auténtico atracón de productos de primerísima clase.
Además, los del restaurante nos dieron una auténtica clase de anatomía animal, enseñándonos a diferenciar el sexo de una langosta (dicen que son más sabrosas las hembras) o cómo dormir a un bogavante…. Grandes lecciones las que aprendimos, tanto de mundo animal como de mundo gastronómico.
Tras la comida, visita al parque natural de Oyambre, un espacio natural protegido donde conviven acantilados, playas, marismas y bosques dando al conjunto un aspecto único. Realmente preciosa esta zona, pare verla despacio disfrutando cada rincón.
Finalmente llegamos a Comillas, otra de las más famosas localidades cántabras. Con una universidad con gran renombre a nivel nacional, pronto nos mostró que sus encantos no se limitaban únicamente al tema universitario. Callejuelas adoquinadas y plazuelas en el interior de la localidad hacen las delicias de los paseantes.
Como edificios imprescindibles, el Capricho de Antonio Gaudí, una residencia de verano de tipo oriental para Máximo Diaz Quijano, cuñado del Marqués de Comillas. Su nombre real es Villa Quijano, pero se le conoce como «El capricho» precisamente por eso, por ser un capricho.
Al lado del Capricho, nos encontramos otra de las joyas de Comillas, el Palacio de Sobrellano, encargado por el Marqués de Comillas y realizado por Joan Martorell. El palacio se puede visitar por dentro de manera guiada. Junto al palacio hay una pequeña capilla construida con aires de catedral gótica.
Otro de los rincones con encanto que ofrece Comillas es su cementerio. Situado sobre un viejo monastério gótico y con la escultura de «El ángel exterminador» en lo alto.
Tras la visita a Comillas tocaba regresar a Santander a pasar la noche. Hoy, cenaríamos en la Bodega del riojano, donde tendríamos la oportunidad de probar la famosa carne de vaca tudanca, autóctona de Cantabria. Jamón, pulpo y rape fueron otros de los bocados con los que nos obsequiaron para cenar.
Después, y como buen sábado que era, tocaba conocer la Cantabria de noche. Todo el grupo fuimos a tomar unas copas por el centro de Santander, para más tarde acabar los más valientes en un karaoke dándolo todo. Los más atrevidos, y por eso de estar en Cantabria se arrancaron con una de Bustamante, ganándose al público. Al final, a la cama pasadas las cinco de la mañana, así que tocaría hacer un gran esfuerzo al día siguiente…
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Por el amor, deeee eeeeesaaaaaaaa muuuujeeeeeeeeeeeeeeeeer!!
Que grande el karaoke 😀
Muy bueno e interesante el recorrido que nos estás haciendo por Cantabria.
Enhorabuena!!
¡A tope con Busta! jejeje
Que buen día…
Un saludo
Como te cunde el blogtrip compañero, se ve que no tienes dos niños pequeños dando tumbos por la casa… Genial la descripción del día, con muy buenos detalles. Y confieso que fui uno de los que no llegué a cantar en el Karaoke… los años no perdonan
Saludos…
Hola Fran!! Intento que me cunda, si…. Eso de no tener niños sea una ventaja para esto…jeje
Aún falta por escribir la última parte del blogtrip, para esta semana!!
Un abrazo!
Me encantqa las imágenes son poderosas… y el como lo cuentas… QUIERO IRRRR…
Hola!!
Gracias me alegro que te guste!! La verdad que el viaje fue precioso y valió la pena de principio a fin. Nos trataron muy bien y nos enseñaron grandes tesoros de Cantabria.
Si tienes oportunidad, acércate a conocerla, te gustará!!
Saludos!!