Nuestra ruta por los balcanes estaba llegando ya a su fin, pero todavía nos quedan dos días para disfrutar de Croacia. Hoy, en concreto, habíamos contratado una excursión para visitar la ciudad amurallada de Ston y la isla de Korcula, donde nació Marco Polo, un viajero donde los haya.

A eso de las 8 y media de la mañana un autobús pasaba a buscarnos por la puerta del Hotel Petka, situado no muy lejos del puerto nuevo de Dubrovnik y a 10 minutos de la casa donde nos alojábamos. Los ocupantes del bus éramos en gran parte españoles y nuestro guía, un chico muy majo con un nombre un tanto impronunciable, algo así como Arrostko, trató de ir traduciendo al español todo lo que decía previamente en inglés, por lo que pudimos seguir muy bien las explicaciones a lo largo del día.

La primera parada fue el puente nuevo de Dubrovnik, llamado el puente de Franjo Tudjman, cuya construcción supuso un gran ahorro de tiempo y gasolina a los conductores que se dirigían a Dubrovnik, ya que evitaba el tener que seguir la carretera que bordea la costa, cruzando el entrante de mar sobre el que se eleva. Sin embargo el puente queda cerrado al tráfico cuando las rachas de viento superan los 40 km. por hora. Paramos un momento para contemplar la bahía de Dubrovnik y el puerto.

Tras ello continuamos nuestra ruta en dirección a Ston. Pasamos por un montón de pueblecitos como Trstenic, una pequeña localidad de la costa dálmata con más de 30 playas a las que solo es posible acceder en barco, y lugares tan curiosos como el Arboleto, donde antiguamente, una de las señoras más ricas del lugar, mandaba traer cada año una especie de árbol de un lugar del mundo.

Por la carretera vamos dejando a un lado las innumerables islas croatas. Hay más de 1200, que protegen la costa de los fuertes vientos, como el Bora, un viento del Norte o el Siroco, que sopla desde el suroeste. Como curiosidad os diré que en la antigüedad, durante los días de influencia del viento Siroco, quedaba totalmente prohibido tomar decisiones importantes en las ciudades, ni ventas, ni contratos, ni nada de lo que pudieran arrepentirse.

En el camino pudimos ver también multitud de criaderos de ostras y mejillones que encuentran en las aguas de las bahías croatas la estabilidad y la mezcla de salinidad propicias para desarrollarse desde época clásica, aunque también es sabido que al Mariscal Tito le gustaban mucho y dio facilidades para su producción.

Una vez llegado a Ston, recorrimos las callecitas de esta pequeña localidad, famosa por su muralla, de más de 7 km. de extensión y que es considerada la “Muralla china de Europa”. La falta de tiempo nos impidió recorrerla, pero si que dimos una vuelta y nos acercamos a ver, las famosas salinas de Ston, de las cuales, la más antigua data del siglo II. Y es que, antiguamente, la sal era uno de los bienes más preciados, tanto que un kilo de oro equivalía a tan solo tres kilos de este material.

De nuevo en el autobús emprendemos la marcha hacia Orebic, donde un barco nos espera para cruzar a la isla de Korcula, llamada por los antiguos griegos Korkira Milena para así diferenciarla de la actual Korfú. Su nombre significa “isla negra”, por la cantidad de vegetación que tiene.

Es una isla de unos 270 kilómetros cuadrados con varias localidades importantes, pero nosotros nos limitamos a conocer la localidad donde, según un documento conservado en Venecia, a quien perteneció la isla durante cuatro siglos, hasta que en el siglo XVI fuera incorporada al condado de Dubrovnik, nació Marco Polo.

Visitamos la catedral de San Marcos, que posee un par de cuadros de Tintoretto, dada la influencia veneciana; la pequeña iglesia de San Pedro, que se encuentra justo al lado, y los palacios Gabrielis y Abadía, situados uno enfrente del  otro y que albergan el museo de la ciudad y el tesoro respectivamente.

Visitamos también la casa de Marco Polo, compuesta por una pequeña torre y un solar en el que se están haciendo trabajos arqueológicos. Cuesta 20 kunas entrar.En el interior de la torre podemos ver la vida de este singular viajero y algunos de los productos que trajo de sus viajes.

El resto del día lo dedicamos a callejear por las calles empedradas de esta ciudad, amurallada, al igual que Ston y cuyas calles se disponen en forma de espina de pez para permitir que el aire circule libremente.También hubo tiempo para el relax, encontramos una pequeña playa muy cerca de las murallas, donde comimos y unos dimos un baño allí antes de volver a la excursión.

La última parada del día eran las bodegas Matusko, donde íbamos a hacer una cata de distintos vinos, sobre todo tintos, que son los que se producen en esta zona de Croacia y algún que otro licor. Puedes saber más sobre esta bodega aquí.

Tras la visita y la cata, emprendimos ya la vuelta a Dubrovnik, aunque tuvimos que hacer una nueva parada inesperada ya que un accidente de tráfico había bloqueado la carretera, de un carril para cada sentido, por lo que tuvimos que esperar que se restableciera el tráfico. Fue un rato largo,  aunque este rato nos regaló una bonita puesta de sol en mitad de algún lugar del Adriático.

Nos quedaba solo un día de viaje y estaba dedicado a conocer Montenegro, hasta el año pasado, el país más nuevo del mundo. Sin duda sería un gran broche de oro para tan completo viaje.

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