Tras la paliza del día anterior, y de todo el viaje en general durante nuestra ruta por los balcanes, hoy nos permitimos el lujo de levantarnos a eso de las 9 de la mañana y salimos a recorrer y visitar los principales monumentos de Zadar. Ya que nuestro alojamiento estaba en pleno centro dejamos las mochilas en la habitación para volver más tarde a por ellas, antes de salir rumbo a Split.

En primer lugar nos acercamos hasta la catedral donde se estaba celebrando misa y al ser domingo la torre de la catedral de Santa Anastasia estaba cerrada, así que fuimos a visitar la famosa iglesia de San Donato, construida en el siglo IX sobre los restos del foro romano cuyas columnas, altares y dinteles están integrados perfectamente en los cimientos. Es una iglesia circular que impresiona por dentro dada la altura de su cúpula y los fuertes pilares que la sostienen. La entrada vale 20 kunas.

Paseamos por el foro y nos acercamos hasta la iglesia de Santa María de Zadar, del siglo XI, en la que un señor un tanto borde se esforzaba para que no entrara ninguna chica con pantalón corto y que enseguida venía a regañarte cuando hacías una foto.

Desde allí nos acercamos a ver el Monasterio Franciscano en cuya iglesia también se estaba celebrando misa, pero pudimos pasear por el claustro. De  camino hacia allí nos topamos con la pequeña iglesia ortodoxa de San Elías que contiene en su interior numerosos iconos y objetos de culto.

A continuación nos acercamos hasta la plaza de San Crisógono, protector de la ciudad, donde hay una iglesia con el mismo nombre, pero que se encuentra cerrada por restauración. Muy cerquita de allí se encuentra la Puerta Marina, que da acceso al puerto y cuya calle coincide con el cardo maximus, una de las dos arterias principales que configuraban la antigua ciudad romana de Zara. En esa puerta hay una inscripción que recuerda a la batalla de Lepanto y un relieve de San Crisógono a caballo como símbolo de protección de la ciudad.

No muy lejos de allí se encuentra la plaza del pueblo o Narodni Trg, la plaza más importante de la ciudad, donde se levanta el edificio de la Guardia Municipal, del siglo XVI, al que se le añadió la torre del reloj en el siglo XVIII, la logia de la ciudad de 1565, construida donde se encontraba la logia en época medieval y el Palacio Ghirardini, de la segunda mitad del siglo XV y en cuyo interior se alberga hoy en día el Ayuntamiento de Zadar.

Seguimos callejeando hasta encontrarnos con la iglesia de San Nicolás, que llama la atención por sus muros naranjas, y la plaza de los cinco pozos, junto a la Torre del Capitán, construida para defender la ciudad de los ataques del mar y desde donde se ven unas bonitas vistas de uno de los bastiones de la ciudad y la terraza del Belvedere.

Así finalizaba nuestro tour por Zadar, pero antes de marchar hasta Split nos comimos unos bocatas en el paseo marítimo junto a la escultura de Spiridon Brusina un malacólogo croata (la malacología es una rama de la ciencia que estudia los moluscos) que fundó la sociedad croata de Ciencias Naturales.

Ahora sí, con el estómago lleno nos dirigimos a la estación de autobuses y cogimos el primer autobús que nos llevó a Split por unas 120 kunas contando el equipaje. Llegamos a la ciudad natal del emperador Diocleciano tras dos horas y media de viaje más o menos y tras dejar las mochilas en nuestro “hotel” fuimos a recorrer el centro. Nos alojamos en una habitación en la casa de una familia un tanto peculiar. La ventaja es que estábamos a tres minutos de centro.

Comenzamos a recorrer Split por la Puerta de Oro donde se encuentra la estatua de Grgur Ninski, o Gregorio de Nin, obispo del siglo X que se enfrento al Papa hasta conseguir que las misas se celebraran en croata para que los feligreses pudieran comprenderlas. Es costumbre tocar el dedo pulgar del pie y pedir un deseo.

Tras pasar bajo el arco de la puerta dorada, nos encontrarnos en el casco histórico de Split, por donde es una delicia pasear y ver cómo las viviendas se adaptan a los edificios antiguos y es que, la ciudad de Split nació dentro del palacio que el emperador romano Diocleciano construyó para su retiro. Allí, acudieron a refugiarse los habitantes de la cercana ciudad de Salona cuando esta fue invadida pos los pueblos eslavos, allá por el siglo VII. Desde entonces se ha aprovechado cada rincón del palacio y se ha integrado en él la nueva ciudad.

Justo en el centro del palacio paseamos por el peristilo, junto al que se encuentra la catedral, para la que se aprovechó el antiguo mausoleo del emperador. La visita al interior la dejaríamos para el día siguiente. Esa tarde la dedicamos a callejear pudiendo ver muchos de los palacios de época renacentista y barroca que se han integrado tanto dentro como fuera del palacio. Algunos ejemplos con el Palacio Augbio de la segunda mitad del siglo XVI, el Palacio Milesi, el Palacio Cindro, el Karepic o el Ciprianis, estos dos últimos situados en Narodni trg, una de las plazas más concurridas de la ciudad y donde se encuentra también el edificio del ayuntamiento.

Nos acercaríamos también a visitar los sótanos del palacio del emperador Diocleciano, a los que se accede desde el Peristilo y desde la Riva, o el paseo marítimo. Estos subterráneos reflejan la disposición original de las salas del palacio y a través de sus carteles se conoce más en profundidad la peculiar historia de Split.

Finalmente nos acercamos hasta el barrio de los pescadores donde se encuentra la plaza de los Lazaretos, una plaza porticada por tres de sus lados y abierta al paseo marítimo por otro, y que se utilizaba para el comercio en la ciudad renacentista.

Cenamos en el paseo y fuimos al hotel con la intención de volver a salir para hacer fotos nocturnas pero parece que las nubes habían venido con nosotros desde Zadar y se levantó  una tormenta que nos impidió el paseo nocturno, así que lo dejamos para el día siguiente.

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