Era nuestro último día en la capital eslovena y tan sólo podríamos disfrutar de ella unas horas, ya que por la mañana nos iríamos a conocer las famosas cuevas de Postjona, uno de los puntos fuertes de nuestra ruta por los balcanes, unas enormes cuevas llenas de estalactitas y estalagmitas en su interior, y que dada su belleza son las cuevas más visitadas de Europa. Sin duda un lugar increíble y a sólo unos kilómetros de Ljubljana.

A las diez de la mañana salía nuestro autobús y en una hora aproximadamente ya estábamos allí. El autobús te deja en el pueblo de Postjona, muy cerca de las cuevas y cuesta seis euros comprando el billete en el autobús (Ojo!! En taquilla cuesta 7,5 porque te cobran reserva de asiento) .

En Postjona, muy cerca de donde para el autobús, se encuentra la oficina de turismo, quien vende tickets para la entrada a las cuevas  con un poco de descuento respecto al precio en la taquilla de las cuevas, ,lo que es una buena oportunidad para ahorrarse unos eurillos. También es posible comprar aquí la entrada para visitar el castillo de Predjama, a nueve kilómetros de las cuevas. Nosotros en particular sólo sacamos entrada para las cuevas, ya que el castillo estaba a unos kilómetros y no teníamos vehículo, y los taxis nos pedían precios desorbitados para la distancia que era.

El precio de las cuevas ronda los veinte euros y en su interior se pueden ver kilómetros y kilómetros (más de 20) de galerías llenas de estalactitas y estalagmitas que han ido creándose con el paso del tiempo. Una parte del recorrido se hace en un pequeño tren que te introduce hasta el corazón de las cuevas y la parte final se realiza a pie. La duración total de la visita viene a ser de unas dos horas, y en ella tendrás la oportunidad de ver el pez humano, un animal mitad pez mitad anfibio (aunque vive siempre en el agua) que habita sólo en esta zona del mundo. Por cierto, no hay que olvidarse la chaqueta para visitar las cuevas, pues la temperatura desciende notablemente.

Tras la viita a las cuevas volvimos a Ljubljana a terminar de recorrer los últimos rincones que nos faltaban por visitar. Dimos otra vuelta por el centro, viendo el Ayuntamiento y entrando a conocer la catedral. También nos acercamos de nuevo a Metelkova, la zona donde estuvimos de cervezas la primera noche, pero ahora de día, a disfrutar de sus calles y edificios. Metelkova era una antiguo cuartel militar que hoy se ha convertido en un barrio de artistas, y así lo reflejan las fachadas de sus casas y talleres. Realmente es espectacular.

Un poco mas tarde teníamos que marcharnos a un evento social. Resulta que el museo donde trabajaba Bea inaguraba una exposición por motivo de los juegos olímpicos y nos habían invitado a la acto. Concretamente la exposición era sobre la historia y logros de atletas eslovenos a lo largo de los juegos. Allí y tras ver la exposición, pudimos tomar un pequeño ágape con algunos de los más aclamados medallistas eslovenos.

Tras la inaguración era el momento de cenar. Como era nuestra última noche por allí repetimos el restaurante típico esloveno de la noche anterior, pero esta vez, a parte de probar los platos típicos del país, también nos atrevimos con los licores, especialmente con el borovničke. Al día siguiente viajaríamos hasta Maribor para conocer una de las ciudades que tienen este año la capitalidad cultural europea, junto con la ciudad portuguesa de Guimaraes. Así que la noche acabó despidiéndonos de Ljubljana chupito en mano y brindando por el viaje. Así que … ¡¡Salud!! O como los eslovenos dicen…. ¡Nazdravje!

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