Uno de los dias de nuestra estancia en Portugal lo dedicamos a ver la ciudad de Guimarães, la cual va a ser capital europea de la cultura en 2012.

Llegamos hasta aqui en tren de cercanias procedentes de Oporto y, aunque entre las dos ciudades no hay mucha distancia, el viaje se hace pesado ya que en los pocos más de 40 kilómetros que las separa, el tren hace 23 paradas. ¡Si! 23 paradas, contadas una a una. Total claro está, hora y cuarto de viaje.

Una vez ya en Guimarães nos sorprendieron dos cosas. Una para bien, y es que la ciudad estaba envuelta en plenas fiestas Gualterianas, las fiestas gordas de la ciudad, en honor a su patrón, San Gualter, y eso en una ciudad en el que la mitad de su población es menor de 30 años significa fiesta y ambiente garantizado.

La otra sorpresa fue más desagradable. Y es que gran parte de la ciudad se encontraba en obras, posiblemente debido a la puesta a punto de la ciudad por su elección como Capital Europea de la Cultura para el año 2012.

Aun así hay que decir que la ciudad nos gustó. Su casco antiguo es espectacular.  No en vano, desde el 2001 es Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO.

Nada más llegar a su centro histórico, una inscripción en la pared nos avisaba que habíamos llegado al lugar donde nació Portugal, y es que tras la independencia de Portugal fue la Casa de Braganza (quienes tienen aquí su palacio) la que reinó en el país.

Como era domingo y los domingos la entrada al Palacio de los Duques de Braganza es gratuita decidimos ir a primera hora hacia la Colina Sagrada, como la llaman ellos, la zona alta de la ciudad, para ver lo primero el viejo castillo, la iglesia de San Miguel y por supuesto entrar al Palacio de Braganza.

La entrada es gratis tanto al castillo como a la iglesia  aunque para subir a la torre del castillo hay que pagar. Realmente desde cualquier parte del castillo se ven unas vistas magníficas de la ciudad, así que nosotros decidimos no hacerlo.

La visita al Palacio de los Duques de Braganza es gratuita sólo los domingos por la mañana. La visita se puede realizar por libre recorriendo las distintas habitaciones del palacio, y viene todo explicado en varios idiomas por lo que es bastante amena y accesible.

Una vez vista la zona alta de la ciudad, lo mejor es ir bajando hacia el casco antíguo dando un pequeño paseo y callejeando, pudiendo ver así varios edificios que muestran la arquitectura y posterior evolución de los estilos de la arquitectura portuguesa del siglo XV y siguientes. En este paseo por el casco histórico vimos la Iglesia de San Dámaso o el antiguo convento de Santa Clara, del siglo XVI y hoy en día Palacio del Concejo de Guimarães.

Una de las plazas importantes de Guimarães que nos encontramos en este callejeo por el casco antiguo es la Plaza de Santiago, una plaza de aire medieval llamada así porque aquí se encontraba un templo en el cual el mismísimo apóstol Santiago trajo una imagen de la Virgen Santa María.

Pero sin duda alguna, la plaza más importante de la ciudad, y centro de reuniones es la Plaza de Oliveira, una plaza empedrada en la que está la iglesia de Nuestra Señora de Oliveira y el  monumento de conmemoración de la batalla de Salado. Además, esta plaza está llena de restaurantes y terrazas por lo que siempre hay un buen ambiente.

Por supuesto que antes de terminar nuestra visita nos acercamos a ver la iglesia de San Gualter, patrón de la ciudad y en éstas sus fiestas, lugar al que se dirigían varias procesiones.

La iglesia con sus dos altas torres es visible desde varios puntos de la ciudad, y la estampa de los jardines florecidos con la iglesia detrás es una de las imágenes típicas.

La verdad que hubo tiempo para todo. Pudimos visitar el estadio de fútbol del Vitoria de Guimarães, quien se mediría a los pocos días con el Atlético de Madrid en la copa de la UEFA, y por supuesto no faltó tampoco el poder degustar la gastronomía típica portuguesa. En esta ocasión degustamos las «natas» un pastel muy típico portugués.

Quien sabe cuando volveremos a Guimarães, tal vez sea en el 2012 por motivo de la Capital Europea de la Cultura… todo se verá.

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