Los pocos kilómetros de Malta no son un impedimento para salvaguardar multitud de rincones bellos, como la Azure Window en Gozo o el pueblo pesquero de Marsaxlokk al sur de la isla, pero sin duda de todos los lugares que tuve ocasión de visitar, mi favorito es Mdina, una localidad de poco más de 300 habitantes, y que sin duda es la ciudad más bonita de Malta. Así que prepárate la cámara de fotos porque si decides visitar Mdina seguro que la vas a necesitar.

Rodeada por una muralla defensiva, la ciudad construida por los fenicios está situada en una zona estratégica de la isla; en una elevación del terreno y alejada del mar, al menos relativamente teniendo en cuenta que Malta es una isla de dimensiones reducidas. Fue en parte gracias a esta localización por lo que la ciudad se erigió como capital de Malta, y así lo fue durante mucho tiempo, hasta que finalmente en 1570, la capital pasó a manos de La Valleta.

La llaman la ciudad del silencio, sensación que percibes al perderte por sus calles. La mayor parte de la arquitectura de sus calles pertenece al periodo Fadimí, cuarto califato islámico. Cuanto más haya anochecido mucho mejor para viajar al pasado recorriendo sus empedradas calles, sus edificios religiosos y sus palacios.

Estos palacios datan del siglo XV y actualmente están ocupados por familias de la aristocracia maltesa, quienes los usan como vivienda. Algunos de los más conocidos son los palacios de Vilhema, el palacio Constanzo o el palacio Falson.

Es en la plaza principal de Mdina donde encontramos la iglesia más popular de la ciudad, la catedral, dedicada a la figura del apóstol San Pablo, quien según dice la leyenda vivió en esta ciudad tras naufragar en uno de sus viajes en aguas maltesas. La catedral, fue construida a finales del siglo XVII sobre los restos de una vieja iglesia normanda, ya que un gran terremoto destruyó gran parte de la ciudad a finales del siglo XVII.

Pegado a Mdina se encuentra Rabat, una ciudad bastante más grande, con más de 11000 personas, y donde se encuentran las catacumbas de Santa Águeda y de San Pablo. No muy lejos de allí, otro sitio en el que vale la pena perderse es la aldea artesana de Ta Qali, el sitio perfecto para ver en acción a los trabajadores del cristal.

El reducido tamaño de estos consejos locales (realmente son consejos locales más que ciudades en sí mismas) hace que puedan visitarse sin problema en un mismo día. Y desde luego que Mdina merece la pena, y mucho. Para mí, la ciudad más bonita de Malta sin duda.

Y como siempre en Malta para llegar hasta aquí se puede coger un autobús en la estación central de La Valleta, estación desde donde salen los autobuses que conectan La Valleta con las distintas poblaciones de la isla.

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