Es curioso como es el mundo a veces. Cómo, donde menos te lo esperas, el mundo te abre una vía de escape que te aleja de la realidad, a otra muy distinta pero igual de real.  Un «agujero» así es el que encontramos en Camden Town, el barrio turistialternativo por excelencia de Londres.

Allí, tras sortear turistas de todo tipo, puestos callejeros de comida de todas las partes del mundo y anunciantes de tiendas de tatuajes y piercings encontramos nuestro oasis verde en medio de un desierto de tiendas y gente.

Se trata del canal. El mismo en el que a sus orillas se sienta todo el mundo a comer algo comprado en los puestos del mercado. Es ese mismo canal, pero para el otro lado. No parece un gran descubrimiento como para que el cambio sea brutal, pero al contrario de lo que pueda parecer, es así. No hay color. En cuanto pasas el primer puente Camden desaparece y el alboroto de la zona se convierte en una tranquilidad pasmosa que anima al paseo rodeado de patos, barcos y bicis, quienes se mezclan sin prisas con paseantes y algún que otro músico callejero.

¿Y hasta donde lleva este paseo? Pues hasta Little Venice nada menos, otra de las muchas zonas curiosas que tiene Londres por mostrar. Y a pesar de que no está cerca, tampoco uno se resiste al caminar, pues lo que vas viendo por el camino te invita a ello. Se empiezan a ver las primeras casas barco ancladas en el canal, muchas por cierto, habitadas por gente joven.

A lo largo del camino uno cruza bajo Regent’s Park y continua el paseo dejando el zoológico a los lados. De hecho no es difícil ver algunos animales desde aquí. La verdad es que no te detienes en exceso, pues lo que ves a continuación en seguida llama tu atención. Los caserones que se ven y que dan al canal pueden más que los animales y enseguida sacas la cámara alucinando por lo que ves.

No eres el único que lo hace, pues los turistas que pasan por el canal montados en uno de los botes que unen Little Venice con Camden miran y fotografían con la misma cara de perplejidad que tú. A mitad de camino y tras atravesar algún puente, encontrarás un pequeño asentamiento de botes, a  modo de puerto, en lo que parece una barriada, que bien podría ser Little Venice, aunque no es el caso, por lo que no te detengas aquí.

Y lo digo por experiencia, pues yo fui uno de esos que la primera vez que pasó por allí pensó que había llegado al destino, dándome cuenta luego en casa de mi error. No está ya lejos, pero aún le falta…

Te darás cuenta de que has llegado porque además de los botes verás un triángulo acuático formado por la unión de distintos canales. Además varios carteles te avisarán de ello. En ellos además encontrarás la historia de este curioso lugar bautizado bajo este nombre italiano por el poeta inglés Robert Browning, quien vivió aquí unos años de su vida.

La verdad es que sorprende encontrarse un lugar así de tranquilo dentro del alocado jaleo de una gran ciudad como es Londres. Nos quedamos con las ganas de subirnos a uno de los barcos y preguntar a su dueño cómo es la vida a bordo. Quizás en otra ocasión…

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