sta aventura (porque ha sido una aventura) empezó como lo empiezan casi todas las aventuras, así de repente. Recibí una invitación de Open Comunicación para asistir al evento y la verdad, no me lo pensé demasiado. La oportunidad era magnífica y el enclave único.

Pocos días después me encontraba despistado pululando por el aeropuerto de Madrid haciendo tiempo, tal vez un poco nervioso por saber lo que me esperaba, a la par que impaciente por empezar cuanto antes la aventura. Así que a la hora indicada allí estaba en el punto de encuentro, donde empecé a conocer a algunos de los doce desconocidos que me acompañarian en el viaje (bueno, algunos no eran tan desconocidos, puesto que los había leido alguna vez), y en un abrir y cerrar de ojos estábamos metidos en el avión despegando hacia lo que resultó ser una experiencia maravillosa y muy enriquecedora.

Nada mas aterrizar en Santander conocimos a Henar, una de las mejores guías de Cantabria, que nos acompañaría durante todo el viaje, explicándonos y respondiendo a todas nuestras preguntas. Desde aquí mi gratitud por tu paciencia, tu tiempo y tus explicaciones.

Nuestro primer destino del viaje: Solares.

Una pequeña localidad próxima a Santander famosa por su agua mineral y su balneario. Precisamente aquí es donde dormiríamos en nuestra primera noche por tierras cántabras.

Nos invitaron a probar el famoso balneario, pero desgraciadamente por un pequeño problema en el avión de Madrid no pudimos finalmente disfrutarlo, ya que llegamos con cierto retraso. Mis compañeros que viajaron desde Barcelona sí tuvieron la oportunidad de probarlo, siendo la experiencia muy agradable según contaron.

Me dieron la habitación 101, grande, cómoda y con vistas a la piscina.
Tras descansar una hora y darme una buena ducha, bajamos a cenar en el mismo balneario. Una gran ocasión para ir conociendo a mis compañeros de viaje, contar anécdotas y sobretodo aprender mucho.

La cena fue de lo más agradable y distendida. Anécdotas y experiencias viajeras presidían la mesa sin parar mientras los platos se sucedían sin descanso.

Ensalada con foie, Arroz negro con langostinos, Confit de pato con salsa de vino, Mil hojas de queso de cabra….y otras muchas delicias convirtieron nuestra primera cena en un auténtico festín, algo que se repetiría de manera continuada a lo largo del viaje.Después, un Gintonic en buena compañía para bajar la cena, y más anécdotas y experiencias viajeras en un muy buen ambiente de familiarización.

La primera toma de contacto con Cantabria estaba realizada, con resultados muy favorables, pero esto no era más que el comienzo. Cantabria escondía muchos encantos que nos ofrecería a lo largo de los días posteriores.

Así que sin trasnochar demasiado nos fuimos a descansar, puesto que la agenda era apretada. El Consejero de Turismo, López Marcano, (gran conocedor de las nuevas tecnologías) y los medios nos esperaban al día siguiente.
La ciudad de Santander y el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, eran otros de los platos fuertes del día.

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