Lo bueno de estar varios días en una ciudad es que puedes acercarte a conocer lugares quizás más secundarios, menos visitados que los principales monumentos turísticos, y no por ello menos interesantes. El día de hoy estaba enfocado al deporte y también a la cultura, visitando a primera hora de estadio del Benfica, uno de los clubs más importantes de Portugal, y conociendo el resto del día la zona del Parque de las Naciones, donde se realizó la expo que organizó Lisboa en 1998, visitando algunos de sus edificios más emblemáticos, como el oceanário, el pabellón de Portugal, la torre Vasco de Gama o el pabellón del conocimiento ciencia viva.

Pero empecemos por el principio, y en este caso es con el estadio de Da Luz, uno de los tres estadios cinco estrellas que hay en Portugal, y sede del Benfica, uno de los clubes punteros y un habitual de competiciones europeas.

La línea azul de metro es la que nos lleva hasta el estadio, situado a la salida de la parada de metro Colegio Militar/Luz. Hay visitas guiadas cada hora en inglés y portugués, costando el tour 12,50, y no pudiéndose realizar por libre. El campo es muy moderno, no en vano fue construido con motivo de la celebración de la Eurocopa de 2004, en la que entre otros partidos acogió la final del torneo. Por cierto, que este estadio acogerá también la final de la Champions League en 2014.

Otra de las cosas que más nos impresionaron de este estadio fue la escultura in memoriam del malogrado jugador húngaro Fehér, quien cayó desplomado y murió en este estadio mientras jugaba un partido. Todavía recordamos las imágenes y se nos ponen los pelos de punta al ver su camiseta rasgada para realizarle un masaje cardiaco que no funcionó.

Tras la visita al estadio nos acercamos hasta el antiguo recinto de la Expo que organizó la ciudad en el año 98. La zona, que destaca por sus modernas edificaciones, se ha convertido hoy en un lugar perfecto para salir a pasear, hacer ejercicio, o disfrutar del ocio y la cultura a orillas del Tajo. Paseamos entre sus distintos edificios y así es como nos encontramos con el pabellón de Portugal, la torre Vasco de Gama, el pabellón del conocimiento o el pabellón del Atlántico, el cual albergaba a sus puertas un campamento improvisado de niñas quienes esperaban a que abrieran las puertas para el concierto que Justin Beaber tenía que dar dos días después, y el cual por cierto acabó siendo cancelado.

Por supuesto que no nos perdimos el oceanário, otra de las joyas que tiene esta ciudad y al que le dedicamos varias horas. El edificio en si es bastante feo. Diseñado por Peter Chermayeff,  simula ser un portaviones y está considerado uno de los mejores oceanários de Europa. La entrada cuesta 16 euros y sin duda merece la pena.

En su interior se recrean los distintos océanos del planeta y es posible ver especies de todo el globo. La mayor atracción es su enorme tanque central en torno al cual gira todo el recorrido y en donde conviven varias especies.

Y así, entre peces, océanos y diversos hábitats es como acabó nuestro penúltimo día en Lisboa, aunque no nos quisimos marchar del Parque de las Naciones sin antes sacarnos una foto con Gil, mascota y emblema de aquella expo.

-Puedes leer el viaje desde el principio pinchando aquí o si lo prefieres puedes también ver que hicimos en nuestro último día por Lisboa.

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