Queríamos dedicar nuestro tercer día a conocer los monumentos y encantos principales de la capital lusa así que nos esperaba un día recorriendo los barrios más turísticos de la ciudad,Alfama y Chiado. A primera hora nos plantamos en la Praça do Comercio para comenzar nuestra ruta.

Decidimos empezar por la Alfama y la Sé, el verdadero casco antiguo de la ciudad repleto de callejuelas empinadas, iglesias y miradores. Nos encaminamos por el Largo da Madalena, donde está situada la Iglesia da Madalena. Continuamos subiendo y antes de llegar a la catedral nos encontramos con la Iglesia de San Antonio, donde se puede visitar el lugar en el que se dice que nació el santo así como un relicario con un fragmento de hueso del mismo. Un poco más arriba nos encontramos ya con la catedral, la Sé como allí la llaman, dedicada a Santa María la Mayor, y uno de los monumentos más antiguos de la ciudad y que presenta un aspecto bastante sencillo.

Hay que seguir subiendo un poco para llegar al mirador de Santa Luzia desde el que se pueden contemplar unas bonitas vistas del río y del barrio de la Alfama. Junto a él se puede ver el Palacio de Azurara en cuyo interior se encuentra el Museo de Artes Decorativas.

Desde aquí se puede tomar la calle que va hacia el Castelo, pero nosotros decidimos seguir subiendo para ver, en primer lugar la Iglesia de Nuestra Señora de Graça, en cuya plazoleta alberga otro mirador desde el que se contemplan buenas vistas del río, la Baixa y el Chiado, y, todavía más arriba la ermita de Nossa Senhora do Monte, desde cuyo mirador las vistas son todavía más espectaculares.

Ahora sí, nos encaminamos hacia el Castelo de San Jorge, la primera fortificación conocida, cuyos restos más antiguos datan del siglo II a.C. Construido en su mayor parte por los musulmanes en el siglo XI, alberga en el centro de su plaza principal la escultura de Dom Alfonso Henriques, primer rey de Portugal y quien reconquistó la ciudad de Lisboa en 1147. Además de las maravillosas vistas de la ciudad desde su mirador y desde sus torres, en una de ellas, la torre de Ulises, hay instalada una cámara que obtiene imágenes de la ciudad en 360 grados.

Continuamos callejeando un poco para dedicar la segunda parte del día al Chiado y al Barrio Alto. Para acceder a ellos tomamos el emblemático elevador de Santa Justa desde cuya cima se disfruta de unas vistas fantásticas sobre la Baixa pombalina. Nada más salir de él nos encontramos con uno de los monumentos más románticos de Lisboa, las ruinas del Monasterio do Carmo, semidestruido tras el terremoto de 1755, tan solo se conservan las fachadas y algunos arcos. En su cabecera se ha instalado un museo arqueológico con restos bastante curiosos, como unas momias de Perú.

Después recorrimos la comercial rua Garrett repleta de tiendas, librerías y cafés como A Brasileira, en cuya terraza podemos sentarnos a tomar algo con el escritor Pessoa, aunque no es muy seguro que nos de conversación. Encontramos por el camino algunas iglesias como la iglesia de Nossa Senhora dos Mártires, la iglesia da Encarnaçao y la iglesia de Nossa Senhora do Loreto, estas dos últimas situadas casi enfrente la una de la otra. Si callejeamos nos toparemos con algunos teatros, como el teatro Trindade, el Teatro Sao Luis y el Teatro Nacional de Sao Carlos, dándonos idea de la apasionante vida cultural e intelectual que tendría esta zona en el siglo XIX.

Por cierto, que otra prueba más de la incesante vida literaria de Lisboa la tenemos en la Plaza Luis Camoes, donde está la estatua del autor rodeado de celebridades de su tiempo. Desde allí nos encaminamos por la Rua das Flores, donde encontramos un nuevo homenaje literario, esta vez a Eça de Queiroz, autor de Os Maias, una novela del siglo XIX donde retrata magníficamente la Lisboa de su época.

Buscamos y encontramos el mirador de Santa Catarina, aunque estaba completamente levantado por obras de restauración. Para aliviarnos del disgusto compramos unas almendras con chocolate, un dulce muy típico de la capital portuguesa y continuamos nuestro camino hasta la Basílica de Estrela.

Desde allí tomamos el tranvía 25 para regresar cómodamente a la Praça do Comercio, desde donde iríamos a visitar rápidamente la Iglesia de Santa Engracia o Panteón nacional, donde se encuentran los cenotafios de personalidades ilustres de la historia y las letras de Portugal como Vasco da Gama o Luis de Camoes así como las tumbas del escritor Almeida Garrett o la fadista Amália Rodrigues, entre otros.

Para terminar el día de forma más tranquila decidimos acercarnos hasta la plaza de Martim Moniz donde cogimos el tranvía 28 desde la primera hasta la última parada, subiendo y bajando, esta vez cómodamente, las calles y las cuestas que previamente habíamos recorrido a pie a lo largo del día.

Recorrer Lisboa en el tranvía 28 es uno de los imprescindibles, ya que su recorrido atraviesa algunos de los principales puntos de interés, aunque, eso sí, cogerlo a mitad de recorrido no siempre es tarea fácil, ya que suele ir repleto de turistas desde la primera a la última parada. Por cierto, cuidado con los pickpockets, ya que es este tranvía es uno de los lugares donde más les gusta actuar.

Y así es como terminamos nuestro tercer día en Lisboa. Al día siguiente nos esperaba Sintra y su maravilloso patrimonio cultural. Cogiendo un cercanias en la estación de Rossio, en poco más de 40 minutos llegamos a esta ciudad considerada una de las joyas de Portugal.

-Puedes leer el viaje desde el principio pinchando aquí o si prefieres puedes acompañarnos en nuestro siguiente día por Sintra pinchando aquí.

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