Una de las ciudades más importantes y menos valoradas para el turista que viaja a Bélgica es Namur, capital de la región belga de Valonia a tan sólo 67 kilómetros de Bruselas.

Vigilada desde lo alto por su preciosa fortaleza, y bañada por las aguas de los ríos Mosa y Sambre, Namur puede ser esa pequeña escapada para que el turista conozca un poco mejor el país huyendo de las grandes aglomeraciones.

El principal reclamo es su antiquísima fortaleza, en lo alto de la ciudad, y desde las que se pueden obtener unas fotos de postal. La subida hasta allí  es costosa, y si te toca como me tocó a mí un día caluroso se hace incluso pesada. Para los más cómodos, teneis disponible un tren que te sube a lo alto por unos 6 euros. Yo personalmente, opté por subir andando y el paseo merece la pena.

Pero si hay algo que el turista recordará de Namur, será el grato recuerdo que se llevará del centro de la ciudad; la iglesia de Saint Loup, la catedral de Saint Aubin o el Parlamento Valón son paradas obligatorias, además de observar el estilo de las casas de todo el casco antiguo de la ciudad.

Además, podremos hacer nuestras compras en la Rue de Fer, una de las calles de compras más famosas de la ciudad, y disfrutar de una buena cerveza belga en una de sus múltiples terrazas de cualquier placita con encanto de las que nos encontraremos.

Pero sin duda alguna lo que más valorará el turista que se deje caer por aquí será la tranquilidad de la que podrá disfrutar.

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