Lituania es uno de mis países favoritos de Europa. Tiene muchísimas ciudades y rincones llenos de encanto, pero sin duda, el istmo de Curlandia, un rincón lleno de naturaleza, es el que terminó por atraparme. Es difícil imaginarse a priori la belleza del lugar, y como ese pequeño trozo de tierra esconde en su interior unos paisajes tan increíbles. Tanta, que con razón el istmo de Curlandia es llamado por muchos la perla del mar Báltico, y desde luego, que no es para menos.
El istmo de Curlandia es un largo tramo de tierra de casi 100 kilómetros (98 exactamente) formado por multitud de dunas de arena que el viento ha ido moviendo a su antojo durante años, y que separa las aguas del mar Báltico de las aguas de la llamada laguna de Curlandia. Una de las curiosidades del istmo de Curlandia es que pertenece a dos países. La mayor parte de su territorio pertenece a Lituania (52 km), y el resto, es territorio ruso, perteneciente a la ciudad rusa de Kaliningrado, a muy pocos kilómetros de allí.
Para acceder al istmo de Curlandia, hay que hacerlo en ferry desde la ciudad de Klaipeda, algo que no cuesta más de 10 minutos. Una vez en el otro lado, una carretera nos introduce al parque nacional del istmo de Curlandia (Si, el istmo de Curlandia es uno de los cinco parques nacionales con que cuenta Lituania y está incluido por la UNESCO en su lista de lugares Patrimonio de la Humanidad).
La pequeña carretera divide al istmo en dos partes y recorre las pequeñas localidades que hay en él, y en la que destaca ante todo Nida, una preciosa localidad turística llena de encanto que es uno de los principales lugares de turismo de la zona de cara al buen tiempo, y que durante muchos años acogió una pequeña colonia de artistas.
Pero antes de llegar a Nida, el istmo de Curlandia tiene un lugar especial que personalmente me encantó: La Colina de las Brujas, un pequeño bosque lleno de esculturas de madera que representan leyendas y personajes de la mitología lituana, y que está lleno de misterio. Está muy próximo a la localidad de Juodkrante y desde luego que merece la pena perderse y darse un paseo por este mágico lugar.
La mayor parte del istmo de Curlandia es arena. Y como estamos en tierra de leyendas, el istmo de Curlandia también tiene la suya. Según cuenta la leyenda tradicional lituana, fue Neringa, una joven niña gigante la que formó el istmo de Curlandia con arena que ella misma traía de la playa en sus manos. Fuera o no así lo cierto es que el istmo de Curlandia se ha convertido en una de las zonas naturales más bonitas de Lituania.
Su parque nacional, constituido en 1991, puede recorrerse fácilmente a pie, atravesando bosques de pinos primero, para posteriormente pasar a recorrer las distintas dunas de arena blanca del istmo, hasta llegar a la pequeña población de Nida, uno de los sitios veraniegos por excelencia del país, y otra de las joyas escondidas que ofrece Lituania.
El punto cumbre del paseo por el istmo de Curlandia está marcado con un gran obelisco de granito, obra del escultor lituano Ricardas Kristopavicius, y que en realidad es un gran calendario solar. Desde allí, las vistas del istmo son espectaculares, igual que las de Nida, justo al otro lado de la ladera, y a pocos kilómetros ya de allí.
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Muy interesante el istmo, no sabía de su existencia. Queda apuntado como futurible 😉
Es una zona preciosa, donde la naturaleza te acaba atrapando. Además de rincones preciosos que tiene como Nida o la Colina de las Brujas. Muy interesante de recorrer! Saludos
Gracias por la informacion tan completa que das. Ahora para entrar con coche pagas un impuesto de 20 euros y por visitar las dunas 2 euros mas por cabeza.
De nada!! No sabía que cobraban por ver las dunas!! Gracias por el dato! Abrazos