«Hay un puntito en el mar con forma de corazón». Con esta sencilla frase se describe en una folia a uno de los paraísos en la tierra más cercanos a la Península Ibérica. Y es que en las preciosas islas Canarias encontramos este pequeño paraíso de tan singular forma, concretamente en la isla de La Palma, un pequeño paraíso que tal y como sigue diciendo la canción cuenta con «verdes montes, negras playas y cariño en el fogón».

De las dos primeras tenía conocimiento, sobre todo tras haber seguido con atención el #EscuchalaPalma del año pasado. Lo del cariño en el fogón podía imaginarlo, pero no ha sido hasta ahora cuando, gracias a #LaPalmaconSabor he podido confirmarlo. Y es que la gastronomía de La Palma ha sido todo un descubrimiento, con una combinación llena de sabores palmeros que transportan a tu paladar y a tus sentidos de forma inmediata hasta la isla bonita.

Y es que la degustación de la Palma tuvo lugar en el espacio Cookitea, en lo que se conoce como Pueblo Español, en Barcelona, una de las ciudades que junto a Madrid y Bilbao tienen vuelos directos con la isla. Se habían propuesto enamorarnos con la gastronomía de La Palma, y vaya si lo consiguieron. Esa forma de ser de los palmeros, y el buen gusto por la cocina, hicieron que fuéramos descubriendo poco a poco más sobre la isla a medida que los platos salían. Todos tenían su razón de ser, y todos, absolutamente todos, traían lo mejor de un rinconcito de la Palma solo para nosotros y una historia de tradiciones palmeras que contar.

La noche empezó con una cerveza entre manos. Gara, la cerveza artesana de la Palma. Sabrosa, aromática y con cuerpo. Hecha con aguas de la isla, lo que le da ese toque tan especial y reafirma eso de que las buenas cosas vienen en frasco pequeño. Y concretamente con Gara, en botellín.

No tardó en aparecer el entrante, aunque para decir verdad, hubo que ganárselo. Con mandil y mortero en mano, y siguiendo las instrucciones de los chefs, mezclábamos los ingredientes para realizar nuestro propio mojo de cilantro, mientras todavía sonaba por nuestra cabeza la polca del mojo cantada con picardía por Mónica, nuestra cocinera palmera, y que decía algo así… «Maja, maja, moja, moja, moja, moja, maja,maja, el que no maja no moja, y el que moja…mejor pa’el». Moja arriba, maja abajo y al final, y sin darnos casi cuenta, un mojo de cilantro hecho para chuparse los dedos.

Pero es que la cosa no acabó ahí. El mojo no es solo sino la punta del iceberg. El entrante, era un milhojas de queso palmero, con ñame y mojo verde de cilantro, tres sabores típicos de La Palma. El primero, el de su queso palmero, hecho de leche de cabra palmera recién ordeñada. El segundo, el del ñame, un tubérculo prácticamente desconocido por muchos en la península y sin embargo, exquisito, que se cultiva en La Palma y más concretamente en San Andrés y Sauces, un municipio de La Palma famoso por sus ñameras. El toque final corre a cargo del mojo de cilantro, planta muy usada en la gastronomía palmera no solo en mojos, sino también como acompañamiento o ensaladas.

Y tras el entrante el cielo. Digoooo… el pescado. Pero perfectamente podría haber sido el cielo, pues jamás (y recalco eso de jamás) había probado un plato de atún tan bueno como este. «Salmuera de patudo» lo llaman allá, apuntadlo bien porque no podéis ir allí y no probarlo. El patudo es una de las especies de atún que se encuentran en las aguas de La Palma en grandes cardúmenes durante varios meses al año. Con semejante manjar en sus aguas no tiene nada de extraño que este animal se haya convertido en uno de los platos estrella de la gastronomía de La Palma. Sin duda un plato que vale (y mucho) la pena probar. En nuestro caso, acompañado de mojo de tomate y un puré de boniatos, en  lo que resultó una explosión de sabor y color que no dejó indiferente a nadie.

¿Llenos? Pues aún hay más. Tras el pescado le tocó el turno a la carne. Ya os comenté que hay mucha cabra en la isla ¿todavía recordáis el queso palmero del primer entrante, no?Bien, pues esta vez la cabra palmera vino en una salsa de mojo rojo hervido y con acompañamiento de papas negras (no digáis patatas, son papas, y si no preguntadle a un palmero) y gofio.

El gofio es como la India. Lo amas o lo odias. No tiene término medio. A mi personalmente me gustó, aunque hay gente que no le encuentra la gracia. Pero si hay un alimento típico en la gastronomía de La Palma (y en Canarias en general) ese es el gofio. Se trata de una masa hecha de distintos cereales tostados y molidos, que durante muchos años fue uno de los alimentos principales en la mesa de los Canarios.

Y de postre, canelón de albillo criollo con crema de almendras, una delicatessen que en exclusiva realizó Juan Carlos, el chef del restaurante de las Salinas de Fuencaliente, en La Palma, y que mezcla no de los productos típicos de la isla, como es la almendra, con uno de sus vinos, el Albillo Criollo. Y es que si pensabais que en La Palma no se hacía vino estabais muy equivocados. Hasta el mismo Shakespeare decían que se pirraba por una botella de Malvasía, uno de los muchos vinos que La Palma exporta.

Y así, entre folias, platos, curiosidades palmeras  y buen ambiente acabó una noche que promete continuar dentro de unas semanas en La Palma, si, el idílico lugar del que hablaba la primera folia de la noche. Si, ese con forma de corazón. Y si, aquel de verdes montes, negras playas, y como habéis podido ver, cariño en el fogón.

Conocí la gastronomía de La Palma a través de la acción #LaPalmaconSabor y Blog on brands.

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