De sobra es conocida la fama de la cocina vasca, y especialmente sus fabulosos pintxos. Dejarte caer por cualquier rincón del País Vasco sin irte de pintxos es algo que no se puede consentir. En nuestro viaje por Vitoria-Gasteiz, ir de pinchos era una de nuestras metas, pero en el momento en el que supimos que se celebraba la Semana del Pintxo de Álava, se convirtió en una obligación. Y una obligación gustosa, de las que no duelen, de las que repetirias…

Ir de pintxos es un hábito firmemente arraigado en el tejido social del País Vasco, y es sin duda una de las mejores costumbres de las que se puede aprender.

Mas de cuarenta establecimientos participan en esta semana del pintxo, en un concurso en el que más de ochenta pintxos compiten por el trofeo de ganador.
En la misma oficina de turismo se te facilita un folleto con un mapa con todos los establecimientos participantes y un mapa de ruta, además de fotos de los distintos pintxos participantes.

Empezamos nuestra ruta de los pintxos en el bar Aldama, situado en la calle Postas nº20, probando sus dos pintxos participantes en el concurso. «Sabores del caserío» con bacon, chistorra, huevo de codorniz frito y pimiento verde. El otro pintxo participante, «Capricho de Bacalao» estaba aún mejor. Pimiento rojo, calabacín, bacalao y cebolla frita formaban este auténtico manjar.

Nuestra ruta nos llevó más adelante a la calle Dato, llena de gente y bares, y con varios restaurantes de los participantes en el concurso. Entramos en el restaurante La Huerta, donde decidimos probar esta vez dos pinchos que no entraban en concurso (los que veis en la foto) y uno que si que entraba: El Tartar de Salmón. Un pequeño vaso de cristal relleno de salmón, huevas, aguacate y ¿nata?.Todo servido frío  muy refrescante y buenísimo. El restaurante está en la calle Dato nº41.

En una de las calles paralelas, la calle Arca, nos encontramos con el restaurante JG. Probamos su famosa Brandada de bacalao sobre galleta de aceituna verde, (espectacular), que entraba en concurso. Asimismo tomamos una de sus especialidades, la croqueta de queso idiazabal con nueces, y un montadito de salmón y gambas que para nada desmerecía de todo lo anterior. Todo ello regado con un buen vino Txakoli.

Volviendo a la calle Dato, en el número 32, entramos en otro de los bares con mayor fama, el Saburdi, como siempre, lleno de gente. Decidimos probar sus dos pintxos participantes.

El Rollito de Bacalao al Pil-Pil estaba sencillamente exquisito, buenísimo  El otro nos resultó un poco extraño. Al principio ni siquiera sabíamos que eran los perretxikos (setas) y todavía le damos vueltas a eso del Goxua.

Realmente su primera capa de foie era espectacular, pero  las capas inferiores del pintxo nos supieron rarísimas. No nos convenció nada. Casualmente este pintxo es uno de los finalistas del concurso, así que por lo que se ve, es cierto eso que dicen de que no está hecha la miel para la boca del cerdo….

Salimos de allí para cruzarnos justo enfrente, a la Cafetería Usokari. Allí el cielo se me abrió… Para mí el mejor sitio de pintxos de Vitoria sin dudarlo, sencillamente increíble TODO. Un montón de pintxos a cada uno mejor y más bueno que el anterior. Probamos los dos de concurso y no sabría con cual quedarme. Para mí los dos espectaculares, los mejores de todos los que probamos.

El primero era de bacalao con una crema de arroz basmati y un toque de aceituna negra y chips de arroz en su tinta. Estaba increíble  para mí el ganador moral del concurso, seguido muy de cerca por su compañero, el Soufflé Alaska de Langostinos. Servido templado y en su punto. No entiendo como estos pintxos no llegaron a ser finalistas.

Tal era la cantidad de pintxos y tan buenos eran sus sabores que nos vimos obligados a volver. Al día siguiente para comer estábamos allí otra vez. Sólo nos faltó pedir trabajo.

Esta vez tocó probar una tosta de foie a la plancha con queso de cabra y mermelada de melocotón, que era algo delicado. También probamos otra tostada de setas foie y jamón serrano frito y un volován de setas, foie y salsa de Pedro Ximenez. Sencillamente increíble.

No nos dió tiempo a recorrer la calle Cuchillería, donde nos comentaron que hay bares como «el 7» que tienen unos pintxos deliciosos, así que volveremos para probarlos. Eso si, por razones obvias, olvidaros por unos días de la «Operación Bikini», pero tranquilos, que está más que justificado.

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